La Sociedad Benéfica Constante Alona de Alicante ha otorgado el VIII Premio Benjamín Franklin al Centro San Rafael por la labor realizada en sus más de 30 años de andadura, en defensa de la dignidad y derechos de las personas con discapacidad intelectual. Desde estas líneas queremos agradecer este reconocimiento así como compartir algunas de las reflexiones que nos ha suscitado.
Partimos del convencimiento de que el progreso de una sociedad se expresa por el reconocimiento que hace de la dignidad de cada uno de sus miembros, independientemente de ideologías, creencias, nacionalidades o de cualquier otra condición interna o externa que acompañe sus vidas.
Una sociedad progresista es la que considera la diversidad como un valor, la que cree en que cada persona que la conforma tiene algo que aportar a esa construcción compartida que hemos dado en llamar Humanidad.
La educación, entendida como aprendizaje, no se circunscribe a determinadas etapas de la vida sino que más bien se extiende de manera continua desde nuestro nacimiento hasta el final de nuestros días. Tampoco se centra en unas áreas de conocimiento establecidas como las matemáticas, la historia o las lenguas. Más bien procura el desarrollo personal de cada individuo para que llegue a ser la persona plena y feliz que está llamada a ser y a ejercer su derecho y deber de ciudadanía.
Así lo entendemos en San Rafael. Por ello, nuestros mayores esfuerzos se concentran en ofrecer oportunidades a cada persona con discapacidad intelectual para que pueda desarrollar su propio proyecto de felicidad, dentro de un marco ético, teniendo en cuenta no solo el desarrollo de habilidades funcionales sino también su desarrollo moral en la medida de sus posibilidades. Trabajamos no solo para procurar el bienestar de las personas a las que apoyamos, sino también para su buen-hacer y sobre todo por el buen-ser de cada uno de ellos y de cada persona que forma parte de su sistema de apoyo.
Pero este es un trabajo en el que no solo debemos implicarnos el equipo de profesionales , familiares y voluntariado del centro, sino que el éxito del proyecto depende de la implicación del conjunto de la sociedad. Solo una sociedad justa y solidaria hace el reconocimiento debido que cada uno de sus miembros merece.
Es por ello que, además de los apoyos que ofrecemos a cada una de las más de 100 personas con graves discapacidades a las que atendemos, hemos incorporado a nuestra actividad acciones de sensibilización dirigidas a jóvenes y a la sociedad en general, para contribuir modestamente a potenciar los valores que aseguren la convivencia en justicia e igualdad y favorezcan relaciones positivas entre todos los ciudadanos.
Es para nosotros un honor recibir este premio que, si es merecido, es por las aportaciones de muchas personas, instituciones y entidades diversas que han contribuido hacer de San Rafael un espacio de vida digna y feliz, que no quiere mantenerse encerrado en sí mismo sino que aspira a fundirse con la sociedad a la que pertenece y que contagia de sus valores y su positividad a todos los que tenemos la suerte de compartir ese espacio que ha pasado a formar parte de nuestro propio proyecto de felicidad.
MUCHAS GRACIAS
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