Es frecuente que el ruido de cada día nos impida valorar muchos detalles que aparecen en nuestro día a día. En San Rafael llevamos 33 años cuidando y acompañando personas que necesitan muchos apoyos en su quehacer diario. Es ahí donde nos encontramos con las dos caras de la moneda: días que parece que todo el cuesta arriba, desde las dificultades que genera las alteraciones de conducta que son siempre un reto, hasta la permanente inseguridad económica para afrontar los muchos servicios y programas que desarrollamos.
Sin embargo, a veces de forma silenciosa nos encontramos con pequeños milagros que nos recuerdan el sentido de nuestro trabajo. Personas que cuando llegaron a San Rafael no se comunicaban con el entorno, eran incapaces de compartir un espacio público sin una crisis, o incapaces de las tareas de autocuidado más básico que con el tiempo, paciencia y mucha profesionalidad nos regalan lo mejor de sí mismos.
Estos pequeños milagros son un reconocimiento a sus capacidades y a nuestra apuesta centrada en la persona. Álvaro desayunando solo sin férulas y regalando sonrisas eternas cuando suena su música, Jorge disfrutando en una colchoneta en cada sesión de fisioterapia, Joveta pintando en sus libretas, Martina capaz de dar paseos, José Reyes realizando sus apoyos o María Belén que, tras mucha dedicación, un buen día decide apartar la mano de la cara y comenzar a hablar con Nelia.
Son gestos, detalles que quizá fuera no parezcan tales milagros y que desde dentro son igual de importantes de todos los reconocimientos que nos puedan entregar.
Esta es la esencia de trabajar en base a los apoyos y confiar plenamente en la capacidad de las personas. Y eso es posible gracias a las personas que las cuidan, a un voluntariado fiel, a un patronato constante, muchas empresas y personas como tú que confían en San Rafael. Si crees que puedes colaborar con nosotros, no dudes en ponerte en contacto con nosotros, seguro será en beneficio de todos.
Gracias por apoyar tantos pequeños milagros.
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