Entrevistamos a Javier Tamarit, Responsable de Transformación de Plena Inclusión.
Con motivo del arranque en nuestro Centro San Rafael del curso Servicio Centrado en la Persona, Transformación de acción profesional hace la calidad de vida, impartido por Javier aprovechamos para preguntarle algunas cuestiones sobre la realidad de las entidades que trabajan con y para las personas con discapacidad.

¿Cuál es la propuesta formativa que surge desde Plena Inclusión?
Este curso se inscribe en la Escuela Plena Inclusión para entidades, en coherencia con los cambios que queremos hacer y con el diseño estratégico que proponemos. El propio nombre nos compromete a intentar la mejor vida posible, la plena inclusión de las personas con discapacidad, personalizando la acción y donde sean protagonistas las personas con voz propia.
Partimos de reconocer que los servicios que tenemos, no son del todo los que queremos. Si bien han ido mejorando, cuando los creamos estaban enfocados a la discapacidad, mientras que ahora los centramos en las personas y no se ajustan del todo a lo que se necesita. Nos gustaría cambiar en varios aspectos:
Cómo hacer para que el servicio entero cambie, eso son los proyectos de transformación, de buena vejez, de atención temprana, de ocupación, etc. de cara que el servicio entero acabe mirando a la persona. Otro aspecto es acompañar a que los profesionales nos preguntemos, indaguemos en cuál es nuestro papel en la nueva manera de entender nuestros servicios. Pasar de un rol de poder sobre las personas, de bata blanca con escucha parcial, hacia un papel de facilitadores, de colaboradores, de coordinadores y prestadores de apoyos, con una relación diferente con la persona, con formas de proveer apoyos mucho más vinculados al entorno natural de la persona, a maximizar la inclusión. Para que los servicios cambien, también los profesionales debemos cambiar.
Una manera de ayudar a los profesionales, es generar una metodología de encuentro, de reflexión y debate donde se comprometan con acciones concretas que generen cambios en esa dirección de nuevos servicios. Esta propuesta es la que comenzamos en San Rafael este mes.

¿Qué proceso de transformación se propone para las entidades?
Más que pensar en programas para las personas, debemos ir pensando en apoyos para la vida real de las personas. Nos es tanto que las personas vayan a unos programas, sino que los servicios vayan a las personas. Y las personas, como recoge la Convención de Derechos para personas con Discapacidad, tienen derecho a decir cómo y con quién vivir, a estar en la comunidad, a participar, a recibir los apoyos que requieran, a recibir una educación y salud como los demás.
Históricamente en Europa se crearon servicios para atender personas con discapacidad para la comunidad, pero sin estar con la comunidad. Ahora los servicios irán donde están y viven las personas.
¿Este cambio de modelo, lleva también asociado un cambio del modelo de financiación?
Llevará un cambio pasando del modelo de financiación de los servicios para llegar a hablar de presupuestos personalizados de cada persona en función de sus necesidades, para que disponga de los recursos que necesita a su alrededor.
El cambio principal será dejar de pensar en cajas o programas donde están las personas, y pensar en personas individuales que están en su comunidad. Y eso no supone romper lo que tenemos, que sigue siendo válido, sino ir evolucionando. San Rafael sigue ofreciendo sus servicios y a la vez va creando viviendas tuteladas integradas en la comunidad, con relaciones de vecindad y apoyos en el entorno. Este es un ejemplo del camino que se pretende desde acompañar desde Plena Inclusión con los programas de transformación. Quizá al final del recorrido, desde la perspectiva de Inclusión Internacional, tras el estudio del art. 19 de la convención de derechos de personas con discapacidad sobre el derecho de dónde y con quién vivir, habla de la desinstitucionalización progresiva. Entendiendo cualquier institución como el lugar donde las personas no han decidido cómo y con quién vivir, cualquier lugar donde no tengan control sobre sus vidas. En algunos países, donde más de cuatro personas viven juntas sin haberlo decidido ya es una institución.

¿Es viable económicamente este modelo?
Con la misma calidad, los estudios indican que no tiene porqué costar más, el incremento del coste será para una mayor calidad de atención. La inversión inicial será para la transformación de los servicios y capacitar profesionales del sector. Si bien los nuevos cálculos se harán en función de lo que necesite cada persona, que no tiene porqué ser igual que para otra, ni tiene porqué ser el mismo conforme avance el tiempo: eso es presupuesto personalizado. Al igual que en la actualidad no le cuesta lo mismo a la seguridad social curar dos patologías similares a personas distintas. Para ello Plena Inclusión está trabajo a la vez con la administración y distintas comunidades autónomas que están introduciendo cambios en la forma de presupuestar, valorando con escalas previamente la calidad de vida de cada persona. Lo que hay que supervisar es que la administración no introduzca solo la letra en la legislación sino acciones concretas. Para ello ya hay proyectos pilotos en colaboración con entidades de Plena Inclusión para flexibilizar los itinerarios, de manera que si una persona tiene asignado un recurso y opta por otro en la comunidad temporalmente, pueda después volver al recurso original.
Es importante recalcar que no dejarán de haber servicios de apoyo, que serán cada vez más personalizados y por tanto se van a necesitar más profesionales y más preparados. Solo que desempeñarán la labor en entornos comunitarios en vez de en programas concretos tras unos muros. Por tanto, no es que desaparezca la red de apoyos que tenemos sino que se van a reestructurar dichos apoyos y cómo se prestan.
¿Qué esperas que suceda después de compartir nueve meses de formación en una entidad como San Rafael?
Estoy convencido que va a haber una transformación real, se va a generar seguro, pero es la entidad la que va marcando su proceso de aprendizaje, conocimiento y acción. Ahora, el viaje de la transformación como nosotros denominados, es una caravana que yo acompaño, pero quien marca el destino al nuevo territorio siempre es la organización. Ya de antemano un equipo que se compromete a reflexionar y actuar de manera conjunta, sé que su rol profesional ya está avanzando.
También es importante apuntar que, desde la perspectiva de las personas, cambia el sentido de los Planes Estratégicos como algo fijo que orienta el camino, y describimos más el diseño estratégico que marcan por donde debemos ir y que cada día vamos revisando si está dando los resultados esperados o no. Las grandes líneas basadas en el derecho, la ciudadanía o la calidad de vida de las personas con discapacidad sí las marca el diseño estratégico y se van revisando de forma permanente las acciones concretas. Para afrontar retos complejos, diseñas caminos muy potentes con acciones concretas revisables que no necesariamente tienes previstas de antemano. Este cambio de planificar es fruto de haber entrado en un contexto cambiante y basado en la incertidumbre y hacia donde vayamos lo vamos a construir entre todos y todas.
¿Y cómo se plantea la sostenibilidad del modelo que propone Plena Inclusión?
Asegurando que el derecho de las personas a los apoyos sea objetivo y no graciable, similar al derecho a la educación o a la salud y corresponde por tanto al Estado, el garantizar que esos apoyos se generan. Si bien eso no quita que algunas organizaciones estén creando servicios que antes no existían, tales como apoyo a la Planificación Centrada en la Persona fuera de un centro, servicios de acompañamiento en la vida comunitaria, servicios de cohesión entre grupos diferentes, como formas de innovación frente a lo que estaba prediseñado en las normativas.
Toda esta transformación, a diferencia de otros países europeos, parece que no será tan rupturista y los modelos de cambio serán más tranquilos pero os aseguro que inevitable, pues el futuro que tenemos, no es el futuro que queremos.