La hoguera de este año representa uno de los aspectos más característicos de San Rafael, el de sus valores, que como las puntas de la estrella sobre las que crece nuestro monumento, son la base y la guía de todo nuestro quehacer.
Aunque los veamos representados en el cartón piedra, los valores a los que nos referimos solo podemos encontrarlos en las personas que forman parte de este proyecto. En San Rafael se hace un esfuerzo continuo por generar oportunidades, actividades y apoyos para que las personas con discapacidad puedan disfrutar de una vida que merezca la pena ser vivida. Pero si esto es posible, no es solo porque contemos con unos buenos programas o una buena organización, sino porque tenemos la suerte de convivir con personas de gran valía, cuyas acciones están orientadas por un sólido sistema de valores que pone a cada persona con discapacidad intelectual en el centro de su actividad, reconociéndola como sujeto con dignidad, capaz de ser el protagonista de su vida y de hacer aportaciones valiosas en sus distintos espacios vitales, incluyendo su comunidad.
Este principio, el de la dignidad de cada ser humano, sin importar las condiciones que acompañen su vida, debería ser a la vez revolucionario y orientador de las políticas y prácticas que dicen defender a la persona, garantizando una verdadera igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, aunque ello conlleve destinar más recursos para que esta igualdad sea efectiva para aquellos que tienen mayores dificultades para ejercerla.
Si realmente compartimos este principio, el resto de valores, como la solidaridad, la personalización, la amistad, la autonomía, la inclusión, los derechos, … , surgen de manera natural orientando nuestras decisiones y nuestra práctica a cada momento.
Pero los valores necesitan además «valentía» para defenderlos ante quienes tratan de transgredirlos, para generarlos allá dónde no se tengan en cuenta y para transformarlos en una actitud vital, que asegure comportamientos éticos individuales que permitan superar la flaqueza humana.
Confiemos en que las llamas se lleven el desvalor y hagan resurgir lo más valioso de cada uno de nosotros.
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